domingo, 21 de febrero de 2010

La Diosa


La noche de Iemanyá, toda la costa es una fiesta. Bahía, Rio de Janeiro, Montevideo y otras orillas celebran a la diosa de la mar. La multitud enciende en la arena un lucerío de velas, y arroja a las aguas un jardín de flores blancas y también perfumes, collares, tortas, caramelos y otras coqueterías y golosinas que a ella tanto de gustan.
Entonces los creyentes piden, algun sedeo:
el mapa del tesoro escondido,
la llave del amor prohibido,
el regreso de los perdidos,
la resurrección de los queridos.
Mientras los creyentes piden, sus deseos se realizan. Quizás el milagro no dure más que las palabras que lo nombran, pero mientras ocurre esa fugaz conquista de lo imposible, los creyentes son luminosos y brillan en la noche.
Cuando el oleaje se lleva las ofrendas, ellos retroceden, de cara al horizonte, por no dar la espalda a la diosa. Y, a paso muy lento, regresan a la ciudad.

Fragmento de un libro de Eduardo Galeano. "Patas arriba. La Escuela del Mundo al Reves"

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